Sólo para la reflexión del mundo del trabajo moderno

La creciente evolución de teorías y afirmaciones en el campo de las habilidades y nuevos desafíos que el trabajador y trabajadora, deberá poseer para enfrentar el trabajo moderno, la disruptiva revolución industrial de la comunicación, las redes sociales y un sin número creciente de tecnologías que lo ayudarán probablemente a “ejecutar un mejor trabajo”, es objeto de estudio muy delicado en el Instituto para el Futuro (IFTF) (https://www.iftf.org/home/), así como otras instituciones, todos ellos han venido desarrollando densas teorías al respecto, inclusive, la descripción de los nuevos presupuestos conductuales y de formación del trabajador de cara al futuro.

Sin embargo, cuántos de esos nuevos trabajadores y trabajadoras, dentro de la estructura de la empresa, realizan la labor básica productiva. A veces, se olvida de propósito, a aquellos trabajadores y trabajadoras que se encuentran a un nivel directo con los procesos de producción, que representan una mayoría en términos de la estructura organizacional y no necesariamente se encuentra dentro de ese modelo de perfiles creados.

Las motivaciones que leemos a diario acerca de las competencias y habilidades de esta categoría de trabajadores y trabajadoras, muchas veces es sobrestimada, ocultada y realmente desvalorizada sus actitudes y aptitudes frente al trabajo moderno. Estos realizan su labor frente a diversas maquinas, con diferentes tecnologías y complejidades, que hasta hacen provecho de los “robots” que se encuentran dentro de sus líneas de producción, en esencia, se enfrentan a la tecnología y a su falta.

Este tipo de personas, que obtuvieron una formación inicial e incluso escasa de cómo deberá ser su comportamiento en la línea de producción, engloba en mi opinión, algunas de esas habilidades descritas por el IFTF. Lo anterior, no es un mero desprecio por esas habilidades, sino una afirmación del que trabajador y trabajadora actual ya vive ese proceso, se enfrenta a la tecnología de su puesto de trabajo en su día a día.

Esa tecnología que la más de las veces, ha sido víctima de una procrastinación planificada por parte de la empresa, convierte al operador semi calificado, en un técnico que resuelve sus averías, alimenta y acompaña al robot, se las ingenia para evitar perder tiempo en la producción y ahorrar materia prima, sólo porque así fue entrenado y asumió conductualmente ese paradigma; que lejos de ser beneficiado, es enteramente precarizado en su salario.

Es importante revisar además, como esta cadena de precarización, se encuentra arraigada en ofertas de empleo de empresas de trabajo temporal e incluso en las ofertas que realizan los posibles candidatos, los primeros requieren de un individuo capaz de realizar cualquier actividad en cualquier tipo de jornada, incluso dominar lenguas foráneas y demás habilidades de la nueva era, en contraprestación de un salario mínimo; por el otro lado, el candidato describe sus eficientes competencias formales y no formales, decantando al final, en una serie adicional de actividades que en nada se relacionan con su perfil profesional inicial.

Es una realidad que confronta el mundo del nuevo trabajo, ese que ha sido descrito y discutido en tesis o ponencias, producto de análisis sesudo de los organismos encargados de estudiar al trabajo como fenómeno social, que al final del día da invisibilidad al trabajador o trabajadora de la fase básica de la producción.

El COVID nos enseñó mucho de ese trabajador o trabajadora esencial, que fue arrebatado de la cadena productiva

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